El picor de la nariz indicaba, como siempre, que la alergia estaba ahí. Era ridículo: un momento como este y ella moqueando y llorando. Era estúpido y fuera de lugar.

—¡Fu! ¡Fu! —gritó moviendo desesperada las manos, pero aquellos ojos dorados seguían fijos en ella.

Y entonces el tigre saltó.

by Shordi


—¿El veterinario?
—Si, en qué puedo ayudarle?
—¿Podría echar un vistazo a mi mascota?
—Naturalmente, tráigalo cuando quiera. ¿Qué le sucede?
—Está todo el tiempo bufando: ¡fu!, ¡fu!
—Bueno, es lo normal en un gato… a no ser que ¿cree que siente dolor?
—No, no… es que ¡es un perro!

by Dama Negra